La cultura y las narrativas digitales en la pandemia

El 20 de abril de 2021, poco más de un año después del inicio de la pandemia del COVID19 en el mundo occidental, recibí una invitación que había deseado durante años: me llamaron desde el Centro de Periodismo de la Universidad de los Andes para ser profesor en la carrera de Narrativas Digitales.

En ese momento yo estaba sentado frente a mi cama en Cartagena, y sabía a ciencia cierta que si me quedaba allá, a casi mil kilómetros de distancia de Bogotá, no habría problema porque tenía certeza de que mi clase iba a ser remota, justo ahora en esta época de encuentros virtuales. Sabía que no iba a conocer en persona a mis estudiantes. Sabía que nos separarían unas pantallas, y que al mismo tiempo, paradójicamente, nos unirían.

La razón por la que me invitaron a dar clases, casualmente, fue por un documental sonoro en podcast que produje para mi show de cuentos, personajes y costumbres de la Cartagena de los cartageneros: Cartagena Federal. Nada más y nada menos que un programa cultural en audio, un podcast, o una pieza de narrativa digital cuyo propósito no es otro que conectar, como el de la gran mayoría de las narrativas digitales.

Si me preguntan por el rumbo previsible de la relación entre la cultura, las narrativas digitales y la emergencia sanitaria mundial que nos obliga al confinamiento social, diría que sin duda tiene que ver con conectarnos a pesar de la distancia.Las narrativas digitales, como creadoras de cultura y al mismo tiempo como producto de nuestras costumbres y nuestras historias, son un dispositivo poderoso de conocimiento, entretenimiento y conexión. Solo hay que pensar en el éxito rotundo en 2020 de series documentales como The Last Dance o Tiger King en Netflix, o las discusiones sobre economía, género y política social en Twitter que generaron los videos de TikTok de Yanfry, un niño de tres años que vive en Istmina, Chocó, y que en cuestión de tres días alcanzó casi un millón de seguidores debido a su carisma y ternura desbordada.

Esas son posibilidades en nuestro entorno tecnológico contemporáneo, unido por historias contadas con y desde aparatos y aplicaciones que nos ofrecen eso: conocernos desde la pluralidad con lenguajes comunes como memes, filtros, canciones y técnicas de montaje y edición. Una historia bien contada, en quince segundos en Instagram, en diez horas en Amazon Prime, en un ePub de 300 páginas, o en un podcast de 40 minutos, todas nos brindan la posibilidad, ahora al alcance de nuestro teléfono móvil, de seguir compartiendo cuentos y porciones de realidad, tal y como lo hacían nuestros antepasados alrededor del fuego hace miles de años.